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El aluminio es un material maravilloso: resistente, perfecto para aislar una casa tanto acústica como térmicamente, los acabados actuales son realmente atractivos y, para culminar, se mantiene impasible a las inclemencias del tiempo. Por este motivo, el aluminio puede ser tan buen material como el PVC. No obstante, no obra milagros: hay que realizar un buen mantenimiento y tener muy claro que estamos ante el componente perfecto para el clima o la zona en la que vivimos. Ya a nivel doméstico, es imprescindible realizar un correcto mantenimiento y saber cómo limpiar las ventanas de aluminio para que puedan lucir durante mucho tiempo como el primer día.
La recomendación de limpiar las ventanas cada cierto tiempo está más que clara, pero lo que resulta más complicado cerrar es una frecuencia exacta. Una vez al mes, para no tener que sufrir haciendo limpiezas muy profundas, es una gran idea. Pero si vives en una zona propensa a ensuciar más los exteriores de los edificios (y los interiores cuando las ventanas están abiertas), igual requiere hacerlo cada 15 días. En este tema tú tienes la última palabra.
No esconde mucho misterio: evita los movimientos circulares y haz énfasis donde localices zonas algo más sucias. Utiliza en primer lugar una esponja humedecida con jabón, luego un paño con agua para retirar los restos de jabón y, muy importante, seca los restos de humedad con papel de cocina. No deberían quedar gotitas cuando acabes con la limpieza.
En este artículo te contamos algunos detalles adicionales sobre el proceso de limpieza, que hemos dejado a un lado (intencionadamente) para que también puedas leer cómo una vaporeta puede echarte una mano para dejarlo todo impecable. ¡Disfrútalo! Y pregúntanos si tienes cualquier duda.