A pesar de que a veces se la presente como una herramienta poco menos que apocalíptica, la tecnología (como concepto global) ha llegado a nuestras vidas con un objetivo claro: hacer el día a día de las personas más fácil. Aplicaciones de la tecnología para que vivamos mejor hay decenas de miles. Y se podría hablar largo y tendido de todas ellas. Pero existe una que, en nuestro caso concreto, nos interesa un poco más: la domótica. Y, por acotar un poco más, nos referimos exactamente a la domótica aplicada a las ventanas de tu casa.
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¿Qué es la domótica?
No se trata precisamente de un concepto muy novedoso, aunque eso no significa que esta tecnología no esté en constante evolución y presentando nuevas innovaciones casi sin tiempo para descubrir la anterior. La domótica doméstica se asocia a los conceptos de confort y eficiencia energética. Y ha sido gracias a los teléfonos móviles cuando ha terminado de eclosionar y convertirse en un concepto mucho más popular.
La domótica, en esencia, es la tecnología que nos permite construir un hogar inteligente y automatizado. En ella, los aparatos se comunican entre sí para que tú te sientas mucho más confortable mientras estás en casa (o fuera de ella). Domótica es, por ejemplo, que las persianas se levanten cada mañana a la hora que decides, que la luz se apague automáticamente según ciertos criterios o incluso instalar cámaras en la puerta de tu casa para ver desde el móvil quién te está llamando.
Como te decimos, esto no es nuevo. Pero sí que es mucho más popular que hace unos años, cuando la construcción de un hogar domótico suponía grandes obras de reforma para cablear toda la casa. O cuando los sistemas domóticos, bastante cerrados por definición a nivel de software, eran un lujo al alcance de pocos. Ahora, el uso de los smartphones, los dispositivos conectados inalámbricos y el ajuste de precio que se ha ido viviendo de forma paulatina ha abierto mucho más el abanico de usuarios capaces de convertir su casa en una smarthome.
¿Domótica y ventanas?
En efecto, puedes domotizar sin problemas tus puertas y ventanas. Y las ventajas, como vamos a ir viendo a continuación, son importantes. Una de las primeras tiene mucho que ver, como casi siempre, con la eficiencia energética. El hecho de domotizar las ventanas permite, por ejemplo, tener unos horarios para abrir y cerrar las persianas en las franjas del día que consideres más apropiados. De esta forma, te aseguras mayor o menos cantidad de luz solar para ahorrar energía, o gastas menos recursos en climatización aplicando parámetros de uso en función de la climatología exterior.
Pero tener una ventanas domóticas también acarrean novedades importantes en tu vida en cuanto a confort y seguridad:
- Confort porque el hecho de poder programarlas supone que puedan abrirse a las horas que quieres ventilar la casa sin necesidad de que estés pendiente del tema. Otra aplicación muy interesante es que puedan cerrarse automáticamente si comienza a llover. ¡Nunca más tendrás que sufrir porque las has dejado abiertas!
- La seguridad, por su parte, es otro concepto muy relacionado con la domótica. Existen numerosas aplicaciones domóticas que te avisan si algo no va bien en tu casa. Desde los más tradicionales detectores de catástrofes (fuego, gas o fuga de agua) hasta ventanas inteligentes que te avisan en caso de abrirse por intrusión. Algo que, por cierto, ya se podía hacer con anterioridad instalando en tus ventajas un sensor de entrada o de salida.
¡Y todo ello sin cables!
Por supuesto, todo puede hacerse desde el móvil sin necesidad de cables o grandes inversiones. Un ejemplo perfecto es el sistema Tahoma de las ventanas HOCO, que te permite controlar todo lo que sucede con ellas a través del teléfono o de una tablet. Lo hace gracias a una de las aplicaciones para domótica más populares: Somfy. ¿Estás en la oficina y quieres bajar la persiana de tu casa? Solo tienes que darle a un botón. ¿Te vas a ir de vacaciones y no quieres que nadie se entere? Deja programados unos horarios para las persianas y ya no tendrás que volver a recurrir al mítico truco de dejarlas medio bajadas.